Artículo de Opinión
Una
de las grandes metas para nosotros como profesores de Lenguaje y Comunicación
es desarrollar una lectura placentera, sobretodo en niños que se encuentran
dentro de los primeros años de aprendizaje y colegiatura.
La
falta de lectura es una de las causas más sobresalientes del fracaso escolar y
de tropiezos en la universidad y no tiene que ver sólo con el nivel
socioeconómico de la familia en particular, sino con la forma en que se ha
criado al niño desde antes de que tenga las capacidades para aprender a leer, desde
las propias carencias con el lenguaje, puesto que la motivación debe ser
incentivada desde los primeros pasos del niño.
El
primer error que cometen los padres, es dejar la tarea de la lectura al colegio
y a los profesores, provocando que esta actividad se produzca tardíamente.
Por
ejemplo, en los primeros años, las frases que aprenden los niños son sumamente
básicas, ya que los padres se limitan a dar órdenes, prohibir y retar,
utilizando solamente el lenguaje fáctico, el que se denomina para las
expresiones en presente y con pocas construcciones sintácticas.
Es
por ello que respondiendo a la interrogante ¿Cómo desarrollar una lectura
placentera? sobre todo en los más pequeños, se dan a conocer los siguientes
tips:

Los
relatos para niños favorecen la imaginación y la fantasía, cosa que disfrutan
muchísimo. Estos relatos tienen las características del lenguaje escrito, lo
que los convierte en la antesala de la lectura.
Se
debe permitir que el niño sea el verdadero protagonista, el dueño de la
situación, tanto en el proceso de pre-lectura como en la lectura misma. Se le
debe dar toda la libertad para oír o no un cuento; escoger el libro; repetir las
veces que pida; hablar mientras se lee y suspender cuando él quiera.

4) En
la etapa de la adolescencia, lo mejor es que la lectura trate acerca de temas juveniles,
de amor, de odio, y de sentimientos que son parte de la vida, aun cuando ese
tipo de lectura no sea del gusto de quien está enseñando, puesto que lo que
prima es el estudiante y no el profesor.
Siguiendo
estas etapas, se puede concluir con toda seguridad que la función del adulto/profesor
es entonces la de facilitador y acompañante respetuoso en ese maravilloso
camino a los libros y la lectura, permitiéndole al niño/alumno formar su propia
fascinación por la lectura sin imponerla. De esta manera él descubrirá y discriminará
por sí solo la buena de la mala literatura.
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